Una de las cosas que más apasiona de mi trabajo de bodas son los preparativos, el que todo quede perfecto para ese día tan especial, ver los nervios, las sonrisas, la complicidad de la pareja, ver el sí quiero, el evento que se convierte en fiesta y hasta ver el regreso de esos viajes, los descansos después de ese maravilloso día… Todo visto desde el mismo sitio, detrás de la cámara, en silencio, como mis fotos, testigos mudos de tanta dicha.
Las parejas… y mi forma de ver todo eso lo represento en unas cerezas, dos personas unidas, donde hay un nexo forjado en el tiempo, una igualdad en la fruta, madurada y dulce para decidir hacer de esa unión algo inolvidable. Unas cerezas al fin y al cabo… llenas de pulpa, llenas de vida, llenas… llenas de amor.
